El conocimiento ya no está en manos de unos pocos. Hoy en día todo el mundo tiene acceso a él y se puede forjar una opinión más o menos contrastable, aparentemente, entre sus formas de pensar y de ver la realidad, con el conocimiento estandarizado, culturalmente aceptado.
Esto tiene una vertiente problemática y generadora de más incertidumbre (riesgos no cuantificables o medibles); la capacidad humana para predecir y prevenir es limitada.
Si todos contribuimos con nuestras ideas a arreglar cuestiones complejas, no sólo se produce más complejidad sino multitud de visiones que no ayudan a resolver el problema, nos perdemos intentando tener la razón o llevar el “ascua a nuestra sardina”. Entonces es cuando decimos que estamos en crisis, en contraposición a una situación más cómoda, estable y tranquila. ¿Crisis económica, financiera, política, ética, moral, de valores?. Para más tranquilidad buscamos cómplices, colegas en la red, grupos que se aproximan a nuestras causas, que no visiones, y nos sentimos más fuertes como en la manada.
Hemos conseguido compartir la toma de decisiones, de criterios y pelearnos de una forma pacífica mediante distintos discursos con base política, explícita o no. Sin embargo seguimos echándole la culpa a entes de mayor envergadura que nos dirigen y a modo de marionetas mueven nuestros hilos. ¿No somos todos un poco parte del todo?.
Nos queda la posición diminuta, casi atómica y personal de adoptar una serie de creencias que nos hacen seguir manteniendo nuestros principios: igualdad y libertad, es decir libertad en igualdad de condiciones. Que ironía. Para llegar a tener una sociedad más justa, equilibrada y tranquila ¿que podemos hacer? ¿preparar mejores mentes pensantes, para que luego nos dirijan, o pensar entre todos cómo la queremos y decidir cuál de todas las opciones es la mejor?. Esta parece la más lógica y la que supuestamente tenemos, en teoría.
Siempre nos quedan las frases de consuelo como que hay que reinventar la política, (será políticamente incorrecto decirlo) o que hay que inventar nuevos valores, o ¿ya están todos inventados?. Yo me inclino por vivir en la complejidad de los sistemas, aceptarlo y esperar a que las aguas vuelvan a su ser no como antes de otra forma pero tan estable y tranquila como una verdadera época sin crisis, aunque mucho me temo que es casi imposible, de eso se encarga el tiempo, los genes humanos y el entorno.
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