miércoles, 2 de febrero de 2011

TODO VALE

Las mañanas comenzaban siempre con una agradable reunión de amigos en un café. Unos desayunan por segunda vez, su café y su pulguita y otros simplemente saboreaban un juguito, un cortadito, o incluso una sencilla infusión de poleo o manzanilla. Pronto se hizo una costumbre y cada mañana se repetía el mismo protocolo: conversaciones sin grandes pretensiones, intercambios de cómo habían sido los respectivos fines de semana, comentarios de noticias o curiosos chismes y cuitas de sus hijos.
Una mañana se disparó una acalorada discusión entre dos contertulios, frecuentemente enfrentados por sus diferentes visiones y posturas ante el mundo. Hablaban de uno de sus temas preferidos, la educación. Se comparaban sistemas educativos, de diferentes países. Se llegó a afirmar que mejor nos iría si la educación fuera separada, niños por un lado, y niñas por otro. Las razones que se daban era el desigual desarrollo fisiológico. A la par se señalaban las diferencias de inteligencia entre hombres y mujeres para reforzar este argumento. Esto ocasionó un primer debate sin llegar a ninguna conclusión y se zanjó con el argumento de la posible subjetividad de los científicos, en concreto, de los especialistas en neurociencias.
Por otro lado se apuntaba el tópico de que se había igualado por debajo, en cuanto a nivel de exigencia o contenidos, en nuestro sistema educativo español, poniendo a los estudiantes más capaces en situación de gran desventaja.
Había entre los contertulios una profesora que al escuchar estos comentarios no dudó en saltar como un tiro a defender lo que para ella era una falsa acusación hacia todo un sistema, en el que ella se había formado y, además, tenía una fuerte convicción de que era bueno, al menos desde un punto de vista teórico. Resulta chocante pensar que los más capaces son los perjudicados y los más beneficiados los menos capaces.
Una de las contertulianas, plegó sus alas y decidió escuchar o quizá desconectarse de aquello que mucho la turbaba. No le gustaba discutir, siempre dejaba caer su opinión sin ofrecer mucho resquicio para la discusión.

Las cuestiones educativas son muy complejas. Es verdad que todo el mundo puede opinar, pero si dejamos en manos de todos, el “todo vale”, frase elegida por uno de los tertulianos para expresar su descontento con la educación en general, nunca nos pondremos de acuerdo en qué queremos y qué es mejor hacer.
Si nos separamos por sexos, o por capacidades, para obtener mejores resultados académicos, pero en etapas tempranas, quizá mejoremos a unos pocos pero empeoraremos a unos muchos. Hoy en día que vamos hacia las comunidades de aprendizaje, donde los grupos de personas aprenden los unos de los otros, necesitamos estar juntos, colaborar entre iguales, entre diferentes, aunque estoy de acuerdo que necesitamos un cambio de valores y de creencias, simplemente educación, y que volvamos a aceptar y reconocer a los expertos como en la antigüedad clásica, confiar en los verdaderos sabios para poder emitir juicios más justos, y contar con los ignotos, o los menos capaces, para aprender de ellos y mejorar entre todos los sistemas humanos.

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