Blatta

Rebeca se había quedado dormida tras el agotamiento de una noche redactando su tesis. Se despertó con la televisión encendida. Se incorporó y paso a descargar su correo para ver si tenía respuesta a sus conclusiones preliminares. Su trabajo estaba supervisado por un profesor retirado de la universidad  de la Sorbona.  Jules había sido un gran maestro y buen amigo de su abuela. Lo había conocido de niña. No estaba segura pero a su abuela, ya viuda, le brillaban las pupilas cada vez que venía a visitarla. Rebeca estaba allí para servirles el café y los dulces. Su afición por la sociología y el comportamiento social humano era su legado. Escuchaba entusiasmada las anécdotas de fuera de despacho cuando él estaba en la universidad. Rebeca soñaba con leer a esos grandes autores y ser como ellos, descifrar el mundo y entender a la especie humana.  Una cucaracha recorrió tranquilamente su salón y Rebeca la estampillo con su chola marroquí con un golpe seco pero cargado de arrepentimiento. Odiaba matar animales, pero tenía cierta repulsión a esos pequeños invertebrados. Había recibido el correo de Jules diciendo que en cuanto lo leyera le mandaría su opinión, pero que no dudara nunca de su capacidad y siguiera con sus pesquisas.

Cerro el portátil y salió a dar un paseo. Necesitaba tomar aire fresco para seguir con su trabajo. La crisis empezaba a notarse en su empresa y ya no tenía tanto volumen de trabajo.