jueves, 22 de abril de 2010

CAPITULO II

Diario del investigador 11.15 “Ayres”,Santa Cruz de Tenerife, 22-abril-2010

Ya sólo me falta un grupo de 1º de ESO para terminar el vaciado del cuestionario sobre percepción y concepción del riesgo. Tengo que empezar a preparar la ponencia, al menos hacer un esquema previo o borrador de lo que voy a contar, y después pasarlo a inglés. Estos días no estoy de buen talante, no por nada en especial; quizá tengo demasiado tiempo para pensar, y no siempre es recomendable.

Hay cuestiones que requieren de un pensamiento profundo, muy consciente, de un chequeo constante y reevaluador de los datos; incluso si responde a una intuición, donde aparentemente no entra este pensamiento, o no somos conscientes de hacerlo y por eso es intuido, es necesario para una toma de decisión aunque no inmediata sí relevante para la propia cognición o comprensión del problema.

Los adolescentes requieren actividades muy pensadas y programadas para que no entren en pensamientos letárgicos que les impidan trabajar operativamente, con la intuición del momento y ser realmente estimulantes, motivadoras o causales de una actividad intelectual sostenida e interesante y quizá entretenida, e incluso lograr que sean divertidas.

Ahora me fumaría un cigarro, pero como hay un bebe en un cochecito,…,mis principios me lo impiden, aunque claro los padres ni se lo habrán planteado o ¿tienen otros planteamientos o principios?

Este pequeño conflicto personal me hace transportar de nuevo mis pensamientos hacia otros problemas de la sociedad. Existe una gran diversidad de criterios de aplicación de normas que nos confunde a todos, y hace replantear o los principios o las normas, o sacar leyes para que regulen las normas. Si la educación es aceptar unos principios y unas reglas, unos modos de hacer o unos comportamientos, tenemos que ponernos de acuerdo y ser valientes para defenderlos.

Si en ese centro público no se puede entrar con gorras o velos, y sólo los del velo se quejan; ¿qué pasa con los de las gorras?…;¿habremos superado los significados que conllevan las gorras?; ¿Estaremos por fin “educados” y nos quitaremos la gorra?. Si dejamos que todo se mezcle en un mar confuso de indecisiones no podremos dar nunca respuesta al problema. Hay que ser honestos y dejar limpio el núcleo del problema y puede que entonces las partes se entiendan; claro siempre que juguemos con las mismas reglas, normas o principios. Esto es lo que tiene la pluralidad.

Pensando en la maraña que entretejemos con nuestras ideas se me viene a la cabeza el ADN, las propias redes neuronales y la inmensidad del universo, y se me ocurre además, que desde nuestra insignificante y minúscula situación, podemos entrever múltiples marañas que podríamos llamar “poliversos” (supongo que ya se le habrá ocurrido a alguien este término, pero yo lo desconozco, y me permito su autoría en mi diario), y desde esta perspectiva comprobar cuan insignificantes son muchos de los problemas a los que hoy en día damos relevancia por la cuestión mediática.

Por fin me he podido echar un cigarro, un momento de desconexión con la maraña.

Maite

2 comentarios:

  1. Muy bonito Maite. Sigue así. Tienes gran sensibilidad y capacidad de transmitir sensaciones. Me gusta mucho leerte.

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  2. Gracias Myriam, por compartir estos momentos versus conmigo
    besitos

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