El lenguaje de la danza contemporánea
Los deseos de matar al enemigo, de buscar un malo para
descargar toda tu ira y odio, los peligros de las redes sociales, la
manipulación mediática y el sentimiento de desamparo y desprotección, nos une
en vez de distanciarnos. Cada vez más la sociedad comparte el odio a …, no se
bien a qué, a lo que sea. Es más complicado estar en una posición intermedia
entre: el odiar y no odiar, entre entender al contrario o a la idea contraria.
El odio oxida por dentro y produce un malestar que es el verdadero instrumento que
utiliza el mal para crear más manada sin voluntad crítica.
“Malos tiempos para la lírica”, ya lo decían Golpes
Bajos; para el lirismo que desprenden las buenas acciones, hoy transformadas en
buenas prácticas o rutinas que se repiten porque hay un protocolo que lo dice, sin
entrar la voluntad en su análisis. Ser bueno por elección, por voluntad o por
instinto está perdiendo la batalla. Las feromonas de la maldad, del odio, del
rencor, nos están atrapando y, como siempre hay motivos para disentir o estar
mal, cada vez esta tendencia se está haciendo más presente.
Los que seguimos creyendo en las hadas, en la magia del
arte como vehículo para lavar nuestras conciencias o las de la manada,
intentaremos estar presentes, en la vida, en el escenario, o en una
intervención en la calle, en un patio o en un gran escenario reservado a los
inconformistas, a los creadores de sueños y de otros imaginarios que impregnan
de bondad con los aplausos que provocan la transparencia de los sentimientos que
quieren despertar: conmover o conseguir mover, no un “ojo por ojo”, ni el
perdón de los cristianos,….sino algo más abstracto, inmaterial que no hipoteque
el presente ni futuro de sus descendientes.
No robar el futuro consumiendo la energía positiva del
presente. Dejar que el agua se agite y se calme, que la erosión sea seguida de
sedimentación y que las rocas que se van formando encierren los minerales
oscuros y los transforme en gemas bonitas. No dejar que sigamos viendo la
maldad en todo sino la bondad en sus infinitas manifestaciones como las formas
poligonales de la vida y sus diferentes lados o caras de una gema labrada con
presión y temperatura en la fragua de la tierra.