Una hormiga paseaba por el flanco derecho de la mesa del
escritorio de Rebeca. Ella se la quedó mirando y decidió eliminarla con una
simple presión de su dedo índice. Al momento, otra hormiga por el flanco
izquierdo osaba pasar entre el pasillo creado entre su ordenador y la primera
torre de libros y carpetas que siempre tenía en su mesa. La hormiga se quedó
adherida a su dedo medio. La expulsó con un movimiento de su dedo medio
contrario apoyándose en el pulgar. Se había pasado toda la mañana limpiando y ordenando
su casa. Estaba agotada y aburrida. Las tareas del hogar son inacabables,
pensaba Rebeca, mientras retiraba el sudor de su frente con su mano derecha.
El cadáver de la primera hormiga yacía patas arriba,
junto a su cartera de viaje. Una tercera hormiga se desplazaba rauda y veloz
por debajo de sus aparatos electrónicos. Nada que hacer, tres fallidos intentos
y la hormiga seguía viva. Tendré que tomarme en serio a las hormigas y buscar
por donde entran o cual es su nuevo hormiguero.
Todavía tenia encima de su mesa el catálogo de los
templos neolíticos y el mapa de Francia, una bolsa de plástico sin nada y unas
cuantas piedras sobre una bonita caja nacarada en el borde de la
mesa. Los paquetes de carpetas, con todos sus trabajos y proyectos, estaban
fijos e instalados como los acampados en las plazas. No nos moverán, se decía
una y otra vez, recordando su participación en la última quedada para impedir
el desahucio de la oficina de sus amigos los catalanes.
Miró el reloj y en vista de que no aparecía ninguna
hormiga mas decidió darse una ducha para refrescarse y salir a por la cena a un
24 horas que había cerca de su casa.
¡Qué alegría comprobar que tu inspiración permanece intacta!
ResponderEliminarVislumbro que tu excedencia laboral nos va a proporcionar a tus seguidores grandes satisfacciones.
Un beso, sol.
MYRIAM
Gracias Myriam, siempre ahí apoyando, ¡¡¡tú sí que eres un sol!!!
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