LA TARDE
Eran las 4 de la tarde de una serena y lenta tarde de verano. Era Agosto, el sol lucía sin pudor, la hierba algo seca despuntaba y daba a aquel recinto un aire de pasado. De vez en cuando una avispa entraba por la puerta que se dejaba abierta para oler a fresco. El liquen anaranjado cubría los árboles en la sombría. Los arbustos rodeaban la casa, arreglada en el siglo XX, por la familia que residía en ella. Un viejo carro adornaba el jardín. No había flores, solo árboles frutales. Una pareja de gatos osados intentaron entrar esa misma tarde y la dueña los echo rápidamente. El sol seguía fuerte y las ramas del limonero comenzaban a moverse. La tarde estaba fuera. El sonido de los coches a lo lejos irrumpía en la estancia. La mosca zumbaba y la madera crujía. Alguien bajaba la escalera. Había que salir, la tarde ya era tarde y pronto el sol dejaría de calentar.
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