Aquellas personas que son observadoras y se analizan más desde dentro que desde fuera, saben reconocer muchos de los síntomas que van unidos al envejecimiento, que no son para nada negativos sino al contrario, muy positivos.
Que palabra más ingrata, si la cambiamos por “enmaduramiento” o por “hacerse más sabio” la cuestión cambia. Hoy en nuestra sociedad no está valorada la vejez, y es que llegar a viejo, y estar bien, es difícil en una sociedad que mitifica por encima de todo la juventud. Nadie quiere arrugarse como una pasa, porque lógicamente las pasas no son lo jugoso ni tierno que son las uvas, pero sí sabrosas, dulces y duraderas.
Yo reivindico el valor de la vejez, y tenemos que educar, enseñar, mostrar y demostrar a las personas jóvenes cómo saberla valorar, y quizá lo primero es no esconderla, acostumbrarse a aceptar los cuerpos diferentes “pasos” y flácidos, deformes con el paso del tiempo pero hermosos en su contenido. Nada más tierno que una cara vieja mostrando la satisfacción de toda una vida de avatares y problemas resueltos. Incluso nada más elegante y sublime que un cuerpo desnudo bailando mostrando todas sus imperfecciones cargados de historias y experiencias.
Mi pequeño homenaje a todos aquellos valientes bailarines que siguen en el candelero ayudándonos a ser mas sabios, a ser mas viejos.
Maite
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