Avanzar, seguir luchando, nunca cesar en el intento, recuperarse y volverse a levantar, aprender a sentir en otro cuerpo transformado por los avatares y torpezas de la vida, airoso compañero fatigado por el tiempo, indisoluble, fugaz, opaco y nada elástico, siempre cambiando de forma, de volumen, de contenido.
Caminamos erguidos, unos a continuación de otros, como inexpertos jinetes que bridas en mano intentan dirigir al educado animal que ya tiene su recorrido memorizado. Bocanadas de aire fresco y alguna que otra vianda, manteniendo las distancias, haciendo hueco a las órganos, alargando nuestras fibras, relajando todas las tensiones...
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