domingo, 13 de septiembre de 2015

PERFORMANCE

Sentada en una silla, en el centro del escenario, su mirada se iba clavando en el publico, uno a uno, por orden riguroso, de izquierda a derecha, sin detenerse excesivamente, solo lo justo para escuchar la historia, para redimir sus pecados, para disculparse por tanto mal causado en la humanidad, para buscar la mirada humana, para detectar la bondad. Sentada, mientras sonaba la música de Everybody hurts de REM, su pupila se iba cerrando cada vez más por el efecto del reflejo de los demás ojos; azules, verdes, marrones y grises que desde posiciones más elevadas, no dejaban de evocar y compartir sus pensamientos. La música terminó y el público rompió en un estruendoso aplauso que cerró de golpe sus pupilas. Pronto recuperó la suya, manteniendo un radio un poco mayor que el que tenían cuando se había sentado en la silla frente a la audiencia. Orgullosa, recogió la silla y, sin hacer mucho ruido, dejo la escena con una estela de humilde color. 


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