Sentada
en una silla, en el centro del escenario, su mirada se iba clavando en el
publico, uno a uno, por orden riguroso, de izquierda a derecha, sin detenerse
excesivamente, solo lo justo para escuchar la historia, para redimir sus
pecados, para disculparse por tanto mal causado en la humanidad, para buscar la
mirada humana, para detectar la bondad. Sentada, mientras sonaba la música de
Everybody hurts de REM, su pupila se iba cerrando cada vez más por el efecto
del reflejo de los demás ojos; azules, verdes, marrones y grises que desde
posiciones más elevadas, no dejaban de evocar y compartir sus pensamientos. La
música terminó y el público rompió en un estruendoso aplauso que cerró de golpe sus pupilas. Pronto recuperó la suya, manteniendo un radio un poco mayor que el
que tenían cuando se había sentado en la silla frente a la audiencia.
Orgullosa, recogió la silla y, sin hacer mucho ruido, dejo la escena con una
estela de humilde color.
No hay comentarios:
Publicar un comentario