viernes, 1 de mayo de 2015

CUERDAS EN EL TIEMPO



Final de mes. Todo llega a su fin. Siempre que algo comienza, termina. Se puede dilatar en el tiempo, ralentizar, parar, quizá estabilizarse un tiempo, pero al final, siempre se acaba, continúa el proceso y cambia. Obsesionarse con el tiempo no es bueno, ni para marcarse objetivos ni para contar los días que a uno le quedan o faltan para hacer tal o cual cosa. La vida transcurre en un venir y devenir, discurre por líneas de espacio-tiempo. Te subes a un tren, a un determinado vagón de los muchos que hay, en diferentes estaciones de vida. Te puedes bajar, quedar o cambiar de vagón, pero sigues teniendo que subirte a un nuevo tren o estás muerto.
Las estaciones, la espera, es lo peor; no saber si viene uno o si nunca volverá a pasar el tren. La vida está sobre rieles, cuerdas en el tiempo. Pensar que el siguiente será mejor que el que tienes delante puede ser un error o un acierto, nunca se sabe. La incertidumbre es la regla del juego. Siempre habrá, y no importa, la podemos representar como una constante en una ecuación pero el problema es siempre el mismo, decidir qué hacer. Tendría que haber tantas variables y casos a estudiar que su definición seria muy compleja y no ofrecería el resultado esperado. Aun sabiéndolo, como lo sabemos, no nos ayuda a tomar mejores decisiones. La sociedad, aparentemente, simplifica las opciones y entonces resulta más fácil elegir porque son opciones cerradas, ya pensadas y elaboradas, te tienes que fiar. En un bloque de proposiciones están definidas las líneas o directrices. Elegir bien, decidir bien, siempre es función del estado de ánimo, la suerte de tu vagón o tren o estación de donde partes. Todas estas variables hacen complicada la elección. Si cambias de estación, cambias de cultura o país, las opciones son diferentes pero sujetas a otras directrices quizá aún peores para ti. ¿Qué hacer? Manuales de autoayuda, programas elaborados por expertos, escritos con ideologías y teorías filosóficas que los sujetos traducen para la sociedad, contribuyen a visibilizar este mar de dudas y recetas; pero los manuales de ayuda generalizada no existen. Todo al final está controlado por unos pocos trenes, vagones y estaciones. El mundo dividido por meridianos, gajos de la misma franja horaria, condicionados por las mismas horas de luz, con diferencias entre el hemisferio norte y sur, dado que el eje de la tierra está tumbado. La luz activa centros nerviosos, células y hormonas que regulan el equilibrio químico de nuestro organismo. Una división por hormonas, genes y biomoléculas quizá sería más representativa y elocuente de nuestro caldo primigenio hecho humanidad.

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