sábado, 2 de mayo de 2015

DOS VISIONES: LA TUYA Y LA MÍA


Dos formas de entender el mundo. Una, desde dentro, otra, desde fuera. El cómo tu entiendes o percibes el mundo y cómo los demás perciben lo que tú entiendes. El “tú”, es más fuerte porque está en el interior y el “otro” es mas compresivo porque te va a juzgar. Ambas formas se enfrentan para entender la realidad o lo que llamamos mundo. 
La historia, entendida como la narración de los hechos ocurridos en el pasado, se enfrenta a las diferentes visiones casi infinitas. Si contraponemos, por contra, las visiones a sensaciones de lo vivido, se crea todavía más complejidad a la supuesta simplicidad con que queremos que se interpreten o narren los hechos. Esto crea un caos, un océano de visiones que es difícil de manejar, clasificar y contar. Las visiones se convierten en multitud. Solo hay que esperar que la historia, el mundo, las agrupe y determine su significado para volver a formar grupos y reducirlos quizá a dos visiones, la de tu país y la de los otros, la de unos y la de otros, la tuya y la mía.

DESAYUNO CON DIAMANTES

Uno de los mayores placeres de la vida es conversar con una persona que te valora, te quiere y te comprende. Diríamos que eso seria tener un desayuno con tu amante o pareja o marido o mujer. Pero esto puede ocurrir, si bien pocas veces, con algunas personas, tus amigas o amigos. Hablar casi a la vez, respondernos al unísono y no montar las palabras es posible cuando hay una verdadera empatía. Rodearte de un ambiente placentero, unas buenas tostadas y una amiga de las de verdad, convierte al desayuno en la actividad más saludable, emocionalmente hablando y más digestiva, para comenzar un buen día. Un día soleado, azul y límpido, como los ojos de la amiga, iluminan la mañana y un chorro de felicidad corre por tus venas. Endorfinas liberadas por la conversación en un auténtico desayuno saludable. Desayuno con mi querida amiga Chus, una gema en bruto, sin tallar, al natural, con todo su valor original y genuino, un desayuno con diamantes.

viernes, 1 de mayo de 2015

CUERDAS EN EL TIEMPO



Final de mes. Todo llega a su fin. Siempre que algo comienza, termina. Se puede dilatar en el tiempo, ralentizar, parar, quizá estabilizarse un tiempo, pero al final, siempre se acaba, continúa el proceso y cambia. Obsesionarse con el tiempo no es bueno, ni para marcarse objetivos ni para contar los días que a uno le quedan o faltan para hacer tal o cual cosa. La vida transcurre en un venir y devenir, discurre por líneas de espacio-tiempo. Te subes a un tren, a un determinado vagón de los muchos que hay, en diferentes estaciones de vida. Te puedes bajar, quedar o cambiar de vagón, pero sigues teniendo que subirte a un nuevo tren o estás muerto.
Las estaciones, la espera, es lo peor; no saber si viene uno o si nunca volverá a pasar el tren. La vida está sobre rieles, cuerdas en el tiempo. Pensar que el siguiente será mejor que el que tienes delante puede ser un error o un acierto, nunca se sabe. La incertidumbre es la regla del juego. Siempre habrá, y no importa, la podemos representar como una constante en una ecuación pero el problema es siempre el mismo, decidir qué hacer. Tendría que haber tantas variables y casos a estudiar que su definición seria muy compleja y no ofrecería el resultado esperado. Aun sabiéndolo, como lo sabemos, no nos ayuda a tomar mejores decisiones. La sociedad, aparentemente, simplifica las opciones y entonces resulta más fácil elegir porque son opciones cerradas, ya pensadas y elaboradas, te tienes que fiar. En un bloque de proposiciones están definidas las líneas o directrices. Elegir bien, decidir bien, siempre es función del estado de ánimo, la suerte de tu vagón o tren o estación de donde partes. Todas estas variables hacen complicada la elección. Si cambias de estación, cambias de cultura o país, las opciones son diferentes pero sujetas a otras directrices quizá aún peores para ti. ¿Qué hacer? Manuales de autoayuda, programas elaborados por expertos, escritos con ideologías y teorías filosóficas que los sujetos traducen para la sociedad, contribuyen a visibilizar este mar de dudas y recetas; pero los manuales de ayuda generalizada no existen. Todo al final está controlado por unos pocos trenes, vagones y estaciones. El mundo dividido por meridianos, gajos de la misma franja horaria, condicionados por las mismas horas de luz, con diferencias entre el hemisferio norte y sur, dado que el eje de la tierra está tumbado. La luz activa centros nerviosos, células y hormonas que regulan el equilibrio químico de nuestro organismo. Una división por hormonas, genes y biomoléculas quizá sería más representativa y elocuente de nuestro caldo primigenio hecho humanidad.