Dos
formas de entender el mundo. Una, desde dentro, otra, desde fuera. El cómo tu
entiendes o percibes el mundo y cómo los demás perciben lo que tú entiendes. El
“tú”, es más fuerte porque está en el interior y el “otro” es mas compresivo
porque te va a juzgar. Ambas formas se enfrentan para entender la realidad o lo
que llamamos mundo.
La
historia, entendida como la narración de los hechos ocurridos en el pasado, se
enfrenta a las diferentes visiones casi infinitas. Si contraponemos, por
contra, las visiones a sensaciones de lo vivido, se crea todavía más
complejidad a la supuesta simplicidad con que queremos que se interpreten o
narren los hechos. Esto crea un caos, un océano de visiones que es difícil de
manejar, clasificar y contar. Las visiones se convierten en multitud. Solo hay
que esperar que la historia, el mundo, las agrupe y determine su significado
para volver a formar grupos y reducirlos quizá a dos visiones, la de tu país y
la de los otros, la de unos y la de otros, la tuya y la mía.