Son las 11: 22 am.
Fin de año. Balance del año. Propósitos para el nuevo año. 12 uvas. Mitos y
costumbres. Navidad plena. Regalos, mazapanes y bombones. Turrones. Celebrar el
año. Éxitos y fracasos. Deseos sin cumplir. Retos. Vivir.
Cada año no tiene
porque ser mejor, quizá será un poco peor. ¿Con relación a qué? Siempre
comparando. Necesitamos referencias para tomar un rumbo determinado. Si este
año no hice tal cosa, lo pondré en el primer propósito para cumplir. Si he
tenido muchos problemas, espero reducirlos o saber darles la mejor solución. Si
me he disgustado por algo, intentaré cambiarlo. Reír. Si temo a la pérdida de
seres queridos. Vacunarme. Nadie está aquí para siempre. Lo bonito de la vida
es no saber cuándo. No adelantemos acontecimientos. Disfruta de las personas
cada milésima de segundo de vida. La vida hay que contarla no en años sino en
infinitesimales de intervalos finitos. ¿Cuántos segundos llevamos juntos y
cuántos nos quedan? ¿Desde cuándo estamos como partículas? Desde el origen de
los tiempos. Somos parte del caos que se ordena de vez en cuando. Cuando se
deshace nuestro orden, no estamos, pero seguimos estando en otras formas
infinitésimas de materia, quizá oscura, que volverá a ser parte de un hecho
extraordinario que creará una estructura o forma que estará al alcance del
conocimiento, cuando “otros” desvelen los secretos del universo. De año en año,
se cambia la superestructura pero los seres más sensibles del universo se han
dado cuenta de lo ínfimo y lo pequeño frente a la inmensidad de lo
infinitamente enorme e inalcanzable a nuestros sentidos. Quizá para el año que
viene, nuevos sentimientos aparecerán y nos daremos cuenta de que lo
finitamente pequeño y maravilloso está a tu lado, ese ser humano que te
acompaña, soporta tus malos momentos y está ahí para que no te desmorones. No
estamos solos, nunca, porque para eso nos hemos hecho humanos, para descifrar y
comprender la inmensidad del océano universal, ese caldo en el que estamos como
materia, por muy diferentes que nos sintamos. Sin esa maquinaria cuerpo no
seríamos nada, solo partículas flotando en las galaxias esperando a que las
fuerzas se equilibren y nuevas agrupaciones vayan creando el ambiente necesario
para que se constituyan formas de vida. La que celebramos hoy, porque aquí
seguimos un año más. Feliz año 2018, mis queridas partículas humanas.
Maite Pérez-Lozao Macías
Santa Cruz de Tenerife