viernes, 18 de agosto de 2017

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Los seres humanos somos una especie animal un poco extraña. Nuestras motivaciones para actuar son muchas veces contradictorias. De algo sí estoy segura y es que nos unimos siempre ante la adversidad, somos solidarios por naturaleza o ayudamos sin más que ver (pensar) que algún día te puede pasar a ti y en ese momento desearías una mano que te ofrezca su ayuda. También está ese lado oscuro al que algunos seres se sienten atraídos y sin ninguna razón y sin oponer resistencia, caen por ese embudo de la locura y llegar a hacer actos totalmente incomprensibles y muy contrarios al primer principio de supervivencia que es luchar por la vida y por un entorno más seguro para todos. Algunos no tienen estos principios por algún motivo que escapa a mi comprensión. Puede que las condiciones adversas y la locura de algunos les hagan caer en ese fanatismo que les anula y pierden la esencia humana, para pasar a ser ejecutores de sus falacias. Actuar contra esos comportamientos una vez inoculados debe ser difícil, lo mejor sería actuar antes de que se infecten o encontrar un antídoto que los inactive. Siempre el bien gana la mal, eso nos han hecho crear desde la infancia, aunque haya momentos duros y difíciles que para los más directamente afectados sea difícil seguir creyendo. La violencia engendra violencia. Ir a las fuentes de la violencia y resolver esos conflictos sería algo más inteligente, pero el problema siempre radica en que todos estamos, sin querer, en el problema y tomar conciencia de ello, y objetividad, es aún más difícil. Creo que en materia de educación es lo que nos toca, hacer ciudadanos fuertes, mas seguros, resilientes y pacíficos para resolver los conflictos, que en estos momentos son globales y nos toca aprender a resolverlos con otras perspectivas y herramientas. No está todo inventado, faltan iniciativas que desde la infancia puedan, de verdad, hacer un mundo más racional, gobernable desde las razones y consensos y nunca desde la violencia. 

1 comentario:

  1. La violencia nos denigra como especie y nunca es la solución. La clave está en la educación. Sin duda.

    Abrazos vacacionales.

    MYRIAM

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