viernes, 14 de marzo de 2014

DIÁLOGOS CON EL TIEMPO

Estoy perdiendo cintura, dice Remedios. Estoy perdiendo cadera, dice Soledad.
 ¿Decís literal o metafóricamente?
La primera. Sí, a lo primero. La segunda. Sí, lo mismo digo.

¿Desde cuándo lo notáis?.
Remedios. Desde el principio.
Soledad, desde la edad media, perdón, media edad.

¿Es algo achacable a la edad o es por otras causas?
En mi caso, dice Remedios, es por la situación: ¡Estoy engordando!. 
Soledad dice haberlo notado a partir de los 50. La cadera se le está yendo hacia abajo y no identifica el final de la cadera y el comienzo de la pierna.

El cuerpo cambia, modifica el físico y la mente lo identifica como un signo de envejecimiento, lo cual nos hace estar más bajitos, perder visibilidad. En el caso de Remedios crecer a lo ancho, a lo largo y a lo alto, significa la pérdida de su cintura. En el caso de Soledad, la gravedad no juega a su favor.

Ambas se dan cuenta de las transformaciones que obran en su cuerpo, pero lo más importante son los cambios psicológicos que se producen en la adaptación del cerebro a estos cambios. Está entrando información al cerebro constantemente y no deja de procesar en una u otra dirección.

La de Remedios tiene vuelta, ponerse a dieta y ya está. La de Soledad no para, prosigue. Ambas, son mujeres y de edad mental tardo-joven. Sus cerebros no envejecen a la misma velocidad que su cuerpo. Las latas se oxidan pero el interior está intacto, salvo defectos. El exterior, visible a los cambios, el interior, protegido, permanece mas tiempo sin aparente cambio, se puede esconder, disimular o simplemente no mostrar.  




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