Toda la mañana dedicada a las labores
domésticas, pensaba Rebeca mientras revolvía la salsa de tomate y hacía balance
a su vida. Nos pasamos la vida saliendo
de crisis, qué palabra tan poco afortunada. Creo que debiéramos inventarnos otra
con menos connotaciones peyorativas. La crisis de los 30, la crisis económica,
la globalización, la marcha roja, la de los 40, la marcha verde, la revolución
de los claveles, la crisis de los 50, las famosas crisis de identidad, las de
pareja, la de los 60, .....¿la crisis de
la muerte? Será que crisis es sinónimo de vida e incluso de felicidad. Si estoy
en crisis es porque soy consciente de un problema que no puedo solucionar
porque es inevitable, y me resisto a creerlo. La edad es imposible parar, rejuvenecer
a pesar de potingues y operaciones, va en contra de nuestro programa genético, disparado y sin
marcha atrás, ¿es por tanto crisis sinónimo de muerte, inadaptación,
inaceptación de la realidad?.
Todas ellas no son más que las dudas que
llevamos los humanos; desde la mas simple de las cuestiones, ¿qué pongo para
comer?, hasta las más sesudas en función de nuestro coeficiente de inteligencia,
lugar de origen y cien mil factores culturales y coyunturales más. Qué rollo
pensaba Rebeca, abriendo la nevera con la intención de buscar el último
ingrediente para dar sentido e innovación a su guiso: espagueti boloñesa.
Tengo que disimular el chorrillo de
vinagre que eche pensando que era aceite en un acto voluntario, consciente y
totalmente condicionado. Debo estar
perdiendo habilidades, será la crisis de la edad, confundiendo la botella de vinagre
por la de aceite. ¡Qué manía de utilizar los mismos envases para contenidos
diferentes!, farfullaba Rebeca.
Su ex novio Jorge odiaba el acetato aunque
fuese de Módena o de su puta madre. Hoy tenía invitados a comer; no solo Jorge
sino Elvira y su actual pareja, un friki informático que estaba acostumbrado a
la comida basura pero a lo oriental. Estaba tan absorta en sus pensamientos y
deducciones que no oyó el timbre de la puerta. Ya empezaban a llegar los
primeros invitados y no había puesto todavía el agua para hervir la pasta.
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