jueves, 12 de julio de 2012

CAPITULO 6. CONEXIÓN


Por un instante pensé que era una ilusión, un fugaz sentimiento de no ser real, de ser una creación de mi propia mente. Con esta visión viajó mi cerebro y procesó, de forma consciente, que sería: o la gran construcción personal o el resultado de los anhelos y esperanzas de los demás. Y si en verdad mi yo fuese un espejismo, ¿un mundo paralelo viviendo dentro de los demás?
Rebeca estaba conduciendo por la autopista del Norte en dirección a San Juan de la Rambla. Iba a pasar el fin de semana en la casa que le dejó su abuela Nayra. Desde muy pequeña había sentido una gran admiración por ella, sobre todo por su capacidad para inventar historias y la alegría tan grande que siempre compartía. Se reía de sí misma y exhibía una gran habilidad social para comunicarse con los demás sin importar su condición, ideología o situación.
Mientras en su viaje interior, y paralelo al desplazamiento del coche por la autopista, sintió la conexión a la que se refería su abuela. Pensaba en las vueltas que da la vida, el mundo, el bombo de su lavadora, un baile cíclico y monótono, donde la materia de unos y otros se mezcla en el disolvente y acariciándose mutuamente se intercambian restos celulares y se hacen hueco nuevas ilusiones.
A su izquierda apareció el Teide, “nariz proyectada al cielo”, decía su abuela que ella debía mirar siempre hacia arriba, como el Teide, con la barbilla bien alta, y así estarían conectadas, no en el sentido espiritual sino metafísico. Rebeca con 12 años no entendía nada.
Gracias abuela, ahora sé que es estar conectadas, y no se si seremos las dos una ilusión pero al menos sé que la compartimos alguna vez y, más allá de la vida, de la tuya, la seguimos compartiendo.
La metáfora bíblica a la que Rebeca había combatido con dureza en innumerables discusiones de café estaba cobrando el sentido de la abstracción, de la dimensión humana, de la espiritualidad, de la conexión cielo-tierra, de la mirada hacia el cielo, de la enseñanza que debía a su queridísima abuela Nayra.
Se desvió hacia la derecha y llegó al pueblo. Le esperaba un duro encierro para darle un buen empujón a su proyecto.


martes, 3 de julio de 2012

Capitulo 5. CRISIS


Toda la mañana dedicada a las labores domésticas, pensaba Rebeca mientras revolvía la salsa de tomate y hacía balance a su vida.  Nos pasamos la vida saliendo de crisis, qué palabra tan poco afortunada. Creo que debiéramos inventarnos otra con menos connotaciones peyorativas. La crisis de los 30, la crisis económica, la globalización, la marcha roja, la de los 40, la marcha verde, la revolución de los claveles, la crisis de los 50, las famosas crisis de identidad, las de pareja, la de los 60,  .....¿la crisis de la muerte? Será que crisis es sinónimo de vida e incluso de felicidad. Si estoy en crisis es porque soy consciente de un problema que no puedo solucionar porque es inevitable, y me resisto a creerlo. La edad es imposible parar, rejuvenecer a pesar de potingues y operaciones, va en contra de  nuestro programa genético, disparado y sin marcha atrás, ¿es por tanto crisis sinónimo de muerte, inadaptación, inaceptación de la realidad?.
Todas ellas no son más que las dudas que llevamos los humanos; desde la mas simple de las cuestiones, ¿qué pongo para comer?, hasta las más sesudas en función de nuestro coeficiente de inteligencia, lugar de origen y cien mil factores culturales y coyunturales más. Qué rollo pensaba Rebeca, abriendo la nevera con la intención de buscar el último ingrediente para dar sentido e innovación a su guiso: espagueti boloñesa.
Tengo que disimular el chorrillo de vinagre que eche pensando que era aceite en un acto voluntario, consciente y totalmente condicionado.  Debo estar perdiendo habilidades, será la crisis de la edad, confundiendo la botella de vinagre por la de aceite. ¡Qué manía de utilizar los mismos envases para contenidos diferentes!, farfullaba Rebeca.
Su ex novio Jorge odiaba el acetato aunque fuese de Módena o de su puta madre. Hoy tenía invitados a comer; no solo Jorge sino Elvira y su actual pareja, un friki informático que estaba acostumbrado a la comida basura pero a lo oriental. Estaba tan absorta en sus pensamientos y deducciones que no oyó el timbre de la puerta. Ya empezaban a llegar los primeros invitados y no había puesto todavía el agua para hervir la pasta.