BUENOS PROPÓSITOS
Termina el año 2010, un año par, un año redondo y lleno de buenos y malos momentos. Comienza el 2011, impar, anguloso, incierto…, un nuevo periodo a contar de nuestra existencia. Hoy hacemos el balance de lo bueno y lo malo, de lo hecho y no hecho, de las experiencias vividas, de los errores y los aciertos.
Nos marcamos metas, en el mejor de los casos, y en otros, nos dejamos a la deriva de los acontecimientos creyendo en el más implacable de los destinos, la vida misma. Siempre opciones encontradas, coexistiendo pensamientos muy contrarios y en equilibrio vital. Construimos ilusiones, albergamos esperanzas, pero no siempre actuamos con cordura y sensatez. Todos los años lo mismo y casi nunca aprendemos.
La vida nos enseña constantemente. Nuestros padres nos han dado lecciones sobre ella. Algunas muy buenas, otras no tanto. El discípulo debe mejorar al maestro, pero no suele ocurrir. El mal ejemplo es muy útil, debe existir. El buen ejemplo es magnífico para el que lo vive, pero no tanto para el que lo intenta copiar o reproducir, pero a la larga funciona, sólo hay que tener paciencia y creer que va a llegar. Aquí reside el misterio de la humanidad y de su existencia: la alquimia que se ha ido forjando, y las nuevas fórmulas y compuestos que van apareciendo hacen más difícil la comprensión y la paciencia a corto plazo. Hemos mejorado, evolucionado, somos más competentes, más tecnificados, pero a la vez más frágiles. La sociedad, como valor, como creencia está muy madura, pero los individuos seguimos siendo humanos: nacemos, crecemos, cambiamos, maduramos, nos reproducimos, vegetamos, nos marchitamos y morimos. Si la existencia ha sido aceptada, sólo nos toca dejar paso a nuevos individuos, más capaces, mejor adaptados para vivir en estas nuevas sociedades más artificiales, menos naturales, virtuales y quizá menos humanizadas a la antigua; más mecanizadas, robotizadas y “artefactizadas”.
Recuerdo los dichos populares que decía mi madre y que resumen la sabiduría popular sobre la propia existencia y comprensión de los actos humanos. Pocos refranes y nuevos dichos populares existen hoy, o al menos yo los desconozco. ¿Será que no los necesitamos?, o ¿se están yendo la imaginación y el poder de creación individual y tendemos a la colmena, al estilo redes humanas y a que el individuo o mente individual pierda su poder de influencia, de dar ejemplo, bueno o malo, o de analizar la naturaleza humana? Supongo que no, o al menos ese es mi gran propósito para el año que entra. Más humanidad, más pensamientos positivos sobre la capacidad individual de actuar, y más sabiduría de la del paje Heonius, el que nos visita todos los años y reparte regalos y gramos de felicidad.
Recuerdo el buen ejemplo de mi padre, dar sin esperar nada, no solo a sus hijos sino a los demás y siempre disfrutar con el trabajo bien hecho, sobre todo en el proceso, haciendo, porque solo así tendremos buenos resultados. Estas personas no deben caer jamás en el olvido.
Mis buenos propósitos para todos los individuos son: Mayor comprensión, cordura, sensatez, alegría, motivación, deseos de vivir, aceptación de la vida y la muerte, disfrutar, compartir, dar buenos ejemplos y sobre todo disfrutar de la vida misma, es lo que tenemos mientras dure.
En Muros de Nalón, 12.55. A 31 de diciembre de 2010.
Maite
Es un espacio íntimo para la expresión escrita: relatos cortos, poesías, ensayos,... y, en general, borradores, apuntes, notas de momentos de inspiración que no quiero perder y recuerdos para el futuro.
viernes, 31 de diciembre de 2010
sábado, 18 de diciembre de 2010
NADA QUE DECIR
Las ideas no aparecen cuando uno quiere, surjen en instantes mágicos del día y la noche. Quizá hay que estar atento a sus señales y cuando irrumpen no dejarlas pasar. Hay momentos de la vida en los que las ideas fluyen y se solapan haciendo difícil discernir con cúal de ellas nos quedamos. Sin embargo, otros están llenos de ecos estancados en la caja de resonancias.
Estoy convencida de que la inspiración depende mucho del estado anímico. Tanto en los momentos de euforía, como de calma, pueden aflorar sentimientos que asociamos a ideas y traducimos a pensamientos para llegar a comprenderlos, e incluso en momentos que podríamos denominar neutros, cuando caminamos con una intención o rumbo predeterminado, aparece un pensamiento muy claro: la idea.
Hay que aprender a reconocer y captar las señales de nuestro mundo interior y no perder la oportunidad para su expresión. Es la forma en la que hemos evolucionado culturalmente.
Maite
Estoy convencida de que la inspiración depende mucho del estado anímico. Tanto en los momentos de euforía, como de calma, pueden aflorar sentimientos que asociamos a ideas y traducimos a pensamientos para llegar a comprenderlos, e incluso en momentos que podríamos denominar neutros, cuando caminamos con una intención o rumbo predeterminado, aparece un pensamiento muy claro: la idea.
Hay que aprender a reconocer y captar las señales de nuestro mundo interior y no perder la oportunidad para su expresión. Es la forma en la que hemos evolucionado culturalmente.
Maite
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