De tu realidad buscar ese espacio interior cargado de anhelos y deseos que si coincide con el espacio interior de los demás es pura comunicación. Llegar a hacer explícito ese mundo oculto al mirar frío del mundo que nos rodea.
El libro jamás escrito está en las estrellas
Busco ese libro aún no escrito para mí, quizá no he sabido buscar o nadie me ha alumbrado por el buen camino. Enseñar a que te guste leer es fácil, siempre que se haga desde la búsqueda de ese mundo interior. Somos tantos que los mundos se repiten y, aunque creamos que inventamos historias, las historias están ahí, en el discurrir de la vida. En esa metáfora del río de la vida hay que saber atrapar en plena corriente aquellas trayectorias y trazos que el propio cauce va imprimiendo. Decidí estudiar el libro de la vida, de lo natural, el libro de la naturaleza jamás escrito por humanos sino contenido y grabado en las rocas. Leer los estratos y saber lo que nos cuentan es algo que me ha apasionado desde siempre aunque en realidad tardé en darme cuenta. Los libros con ilustraciones y fotos me abrieron a conocer más allá de las habitaciones de mi casa. La biblioteca del salón de la casa de mis padres me enseñó a respetar la cultura y, así, los libros apilados y ordenados en estanterías eran puerta hacia otros mundos que, si bien no pasaba de las primeras páginas, me hacían enseguida conectarme con mi mundo interior y por ende del que lo escribió. Nadie me obligó a leer y si lo hacían era capaz de leer a galope y presentar un resumen casi sin mucho esfuerzo para pasar el trámite del examen. Agradezco a mi familia el tratamiento dado a este tema. Nunca obligar, contagiar desde los espacios interiores que nunca son fácilmente detectados. El entusiasmo es el verdadero aliciente que se contagia. Leer sólo o en compañía y páginas que te conecten con ese mundo oculto es un buen comienzo, obligar a leer por postureo, un error. Si leer un un placer que se haga por placer pero no por obligación.