jueves, 11 de febrero de 2016

ESPEJISMO




Luce el sol
y el viento sacude 
las mimosas del jardín.
 El aire huele a lluvia 
y mi cuerpo
quiere sosiego. 

Bostezo y amplio 
la capacidad 
de entrada 
de aire a mis pulmones,
 expiro y sale el aire usado 
Recorro el espacio
y me encuentro. 

La arena acaricia 
mi cuerpo
me alivia, 
me adormezco
Sobre una toalla vieja
 me hundo 
hasta la quietud 
descanso
y duermo.

El sol mima
mi cuerpo, 
me calienta 
y las células 
entre el plasma intersticial 
y las capas del epitelio

se asientan. 

La marea sube 
y noto su proximidad
Repliego y subo la berma, 
busco la  paz entre las aulagas
 y los espartos de las dunas, 
escucho el silencio 
y el hablar del viento.

 Acaricio la hoja y siento 
terciopelo y fino vello. 
El azul del cielo ciega
 y una nube grácil 
 en el cielo piensa

Me acurruco un poco más adentro. 

lunes, 1 de febrero de 2016

EL OCEÁNO DE TRISTEZA



Me despierto con la boca seca, con la sensación de estar nadando en un océano de tristeza. Me ahoga. No veo tierra a lo lejos, solo negrura y desaliento. Buceo en los recuerdos positivos y no me alivian. Alguna extraña sustancia esta disuelta y no me deja salir de él. Me estiro, abro los ojos, intento que los rayos de la mañana iluminen el océano, que cobre vida y me ofrezca un nuevo paisaje para afrontar la mañana. Es un día grande, es un sábado y no tengo motivo para madrugar. La rutina del trabajo desaparece y viene la rutina del fin de semana. El océano poco a poco se va tornando azul y cristalino y empiezo a ver de otra forma. Me levanto y me ducho. El agua despierta mi piel y disipa aún más esa negrura oceánica.

Pienso en la esclavitud humana, en la dependencia con las rutinas, impuestas por los ritmos laborables, las normas sociales y los hábitos adquiridos por la educación. Somos esclavos de nuestro propio cuerpo. Nos dirige como una máquina. Se estropea y se repara. Trabaja sin darnos cuenta y nos deja residuos que nos hacen tener sensaciones como el océano de tristeza. También nos ayuda a disolverlo o a no pensar en él hasta la mañana siguiente. La negra noche artificial nos cierra las entradas de información externa y empezamos a sentir las sensaciones internas. La parte racional también descansa pero nunca se desconecta, mas bien se desconecta nuestra parte consciente y entramos en un estado biológico de máquina que se autorregula y funciona para estar preparados al día siguiente y enfrentar las tareas. Hoy, mi tarea es descansar, dejar la máquina en modo de ocio.

Ser esclavos, dominados o relegados puede ser una decisión que viene impuesta o hemos decidido que ese papel es mejor de acuerdo a nuestra propia máquina. Buscar un culpable a esa situación es más cómodo que buscarla en nuestras propias decisiones. Poder salir del océano de la tristeza cada mañana y crear un islote de esperanza es algo innato. Incluso desde la esclavitud podemos buscar nuestra propia isla. El aislamiento que nos proporciona el cuerpo es nuestro mejor aliado. Construir un continente a salvo de líderes, esclavistas y dominadores es mas complicado porque enseguida habría humanos tendentes a dominar y otros a ser dominados.

El paradigma de los contrarios siempre regula las tendencias humanas. Los puentes entre islas y poder volver a tu isla es lo único que nos queda y eso sí es una cuestión biológica por el diseño de la propia humanidad, animales que evolucionan en grupos, de dominantes y dominados. Esa es la historia de la humanidad repetida desde los tiempos más primitivos de nuestra existencia. Espero que en un futuro haya, no solo continentes, sino más puentes intercontinentales donde fluyan, en un sentido y otro, hasta llegar al equilibrio, a un equilibrio en donde haya menos esclavos y menos esclavistas.