20 de julio de 2011-07-2011
Comentario al artículo del periódico El País (17 de julio de 2011) sobre el pensamiento positivo como pseudoideología contemporánea con profundo calado en la sociedad norteamericana y en la española.
La actitud positiva ante los problemas o en general ante la vida es algo con lo que se nace y además se pace. Desde pequeños se ven las tendencias por la genética y el entorno.
Hay seres humanos positivos, negativos y neutros y toda una serie de gradaciones entre estos extremos. La experiencia me ha demostrado que uno es positivo por naturaleza o por educación y es difícil cambiar la actitud porque en el fondo, quiero creer, que no se potencia desde la educación el cambio o porque el educador no es el adecuado para el educando o lo contrario.
En mi opinión hay que separar la actitud en relación con estados depresivos a la actitud base de cada individuo o su tendencia natural. Por otro lado, la falta de realismo u objetividad, característica de la mayoría de los seres humanos, por no decir todos, nos ayuda, a veces, a ser más positivos. Por ejemplo, el envejecimiento es patente con la aparición de ciertos males o dolencias característicos de los procesos degenerativos del cuerpo humano, como la presbicia, la disminución de la capacidad espacial, la pérdida de altura o el desgaste de los dientes, entre los más evidentes y es cuando, si eres realista, comienzas a tener ciertos pensamientos negativos. Sin embargo, ocultamos tras nuestra apariencia muchas de estas deficiencias. También, por otro lado, no asumir el desgaste del cuerpo es consecuencia de la propia sociedad, conjunto de seres humanos culturalmente relacionados que rechazan la debilidad y nos hacen forzar un estado ideal de eterna juventud y ahora también de actitud positiva. El individuo debe combatir al conjunto de la sociedad que presiona sin miramientos ni subjetividades.
Juventud se asocia con movilidad, belleza, pasión,… y todas estas variables se ven modificadas con el paso del tiempo. Si nuestra postura es de estabilizarlas a toda costa pueden aparecer síntomas de depresión y esto ya no nos está permitido en una sociedad en la que todo debe funcionar correctamente. Si además se une la actitud pesimista, o no luchadora por cambiar hábitos o estilos de vida y adaptarse, es cuando surgen los problemas y las consultas de psicólogos, saunas y máquinas de moverse se llenan para aumentar la autoestima y el crecimiento personal. ¿Hasta donde crecer? Hasta el infinito o hasta el cielo o hasta donde podamos ser capaces con nuestras limitaciones físicas y químicas de nuestra máquina: el cuerpo humano.